miércoles, 14 de abril de 2010

El ejemplo de Nike

Suele ocurrir que cuando una empresa se vincula al deporte lo haga, además de para conseguir notoriedad, para establecer una transferencia de valores con su patrocinado. También es normal que en dicha transferencia, el patrocinado aporte más a la relación que lo que aporta la empresa. Por eso llama poderosamente la atención el caso reciente de Nike y Tiger Woods en el que se le ha dado la vuelta a este particular desequilibrio, siendo ahora la firma de ropa deportiva la que pone más en el intercambio. Y es que mientras la mayoría de marcas asociadas al golfista le abandonaban después de ser reveladas sus infidelidades, Nike demostraba un afán de superación más propio de los deportistas a los que equipa y se atrevía a presentar al ídolo caído nuevamente como un héroe. Con una pieza bien sencilla y de tono emocional (su padre ya fallecido le pregunta acerca de lo qué ha sacado en claro de sus líos de faldas), humaniza al personaje hasta el punto de que volvamos a sentir por él todo aquello que sentíamos cuando ganaba torneo tras torneo. Una campaña reactiva que vale mucho más que el recurso fácil y obvio de quitarse de en medio que hicieron otros.

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