miércoles, 14 de octubre de 2009

La culpa es del producto

Durante los años en los que trabajé en el sector del deporte, una de mis tareas fue analizar los datos de audiencia de la liga ACB. Era la época en la que la competición volvía a las retrasmisiones en abierto (después de cuatro años en los que los derechos televisivos fueron explotados por una cadena de pago) y se esperaban unos datos millonarios. Pero la cosa no salió como se esperaba y en seguida aparecieron voces críticas por parte de cierto sector de los medios de comunicación que señalaban como culpable de lo sucedido al producto en sí, el baloncesto ACB. Sus argumentos eran obvios y estaban basados principalmente en la falta de identificación de los aficionados con los jugadores y los clubes, consecuencia de la proliferación de extranjeros y la fórmula de patrocinio conocida como “naming right” (esa por la cual un equipo como el Baskonia podía ser conocido como TAU Cerámica).

Aunque es cierto que había (y hay) aspectos mejorables, este cuento siempre me pareció una gran mentira. Si el baloncesto tuvo en su día un tirón mayor que el fútbol, fue gracias a tipos como David Rusell, Mike Philips o Claude Riley, los cuales tenían mucho más gancho que el producto nacional, representado por gente tal que Vicente Gil, Samuel Puente o Iñaki Garayalde (por poner unos ejemplos y con todos mis respetos para ellos). Y por aquel entonces el Manresa era fácilmente reconocible por TDK, el nombre de su patrocinador. Entonces, se preguntarán algunos, ¿dónde estaba el problema? Pues el problema, a mí modo de ver, estaba en gran medida en ese sector de la prensa, incapaz de contar las maravillas que nos depara siempre la liga ACB y el deporte de la canasta en general, consecuencia de su compulsiva obsesión por el fútbol y el Real Madrid. Y lo más triste es que el problema sigue estando ahí. Por eso en la segunda cabecera deportiva más importante del país, no le dedicaron la portada a la selección de baloncesto el día en que acababa de ganar un campeonato de Europa. Pero la culpa seguirá siendo del producto. Claro.

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